Otra que fea la actitud...

No es que quiera reducir la temática huesística a pura estadística, pero podríamos tomar por válido el siguiente enunciado: “todo hueso no muestra su boludez hasta entrar en confianza, digamos, hasta la quinta o sexta cita”. Con la palabra “boludez” quiero abarcar todo: escena de celos, escenas de banana, escenas de “noteenamores” o “noteregales”. Todo lo que un mal hueso puede hacer, todo lo que este manual intenta erradicar del paisaje.

Aquí, por supuesto, un ejemplo de cómo nuestro enunciado se cae y destroza en mil astillas del más fino cristal, mostrándonos, por un lado, lo maravillosa que es la vida que no se deja reducir a simples categorías, y, por otro, lo mala leche que se puede ser gratuitamente. Nunca faltan ejemplos para esto último.

Sábado por la noche (gente que viene y que va). Cumpleaños. Clima festivo, algarabía, alcohol y música pachanga. Ella se cruza con un muchacho… ni muy, muy, ni tan, tan, pero con un noséqué que la hace verlo con un “cariño especial”… bueno, no exageremos… le quiere dar. Según sus propias palabras, y cito: “Tenía buena onda, un poco banana, pero me divertía”. Genial. Qué mejor que encontrar hueso con el que pasar un buen rato, y nada más… porque ¿quién querría algo más con alguien que, pensamos, es un banana?

Esa noche, se lo chapó. Aplausos!! Y él en la semana pidió el celular de la muchacha a conocidos de ambos. Bien la actitud. Más aplausos!!

Llega sábado por la tarde y le propone hacer algo a la noche con amigos en común. Hasta ahora todo PUM! Para Arriba!!! Por delante tenemos otra noche de gente copada (no muy conocida, pero siempre es bueno conocer otros círculos amisteriles), bebidas y baile. Y además, como plus, como refuerzo al jabón en polvo habitual, este hueso que tiene toda la onda (¡imaginen! ¡Zapatea “Adiós nonino” mientras sirve el mejor fernet preparado alguna vez en la tierra! ¡Un verdadero talento frente a nosotros!)

No quiero decepcionarlos, pero es obvio que nuestra noche se nos cae a pique. La chica cae en medio de un cumpleaños de gente totalmente desconocida. Donde hay un grupo de chicas ya formado (lo que puede ser muy perjudicial para la salud de quien quiera agregarse) y otro de chicos en el que no pincha ni corta. Uno no puede sentirse más que totalmente colgado en esa fiesta.

Y a todo esto, el hueso copado sufre una mutación traumática ganándole su lado banana. No le habla en casi toda la noche y si algo le dice es cosas como: “Tenés una cara… ¿te estás embolando, no? Estás re apagada. ¿Te pasa algo?”. Mejor se hubiera callado… no hay nada que indigne más que nos digan que tenemos cara de culo…

Llega un momento de la noche en que ella sólo quiere huir y, justamente coincide con el instante en que este hueso empieza a hablar con otra mina… en su cara… Okkkaaaa!!!

Dirán que es una perseguida esta mujer, pero no, no… Al rato de insistir en irse, sus amigos le dan bola y supuestamente el hueso copado-banana también se va con ellos… pero oh! Casualidad! Nunca vuelve del fondo del bar.

Hoy, cuatro días después ella no sabe nada de él… se sospecha que fue secuestrado por monstruo mítico marino con apetencia de venganza de antepasado griego.

Aunque… yo me doy el lujo de sospechar de estas fuentes de información. Es más probable que el mala leche se haya quedado con la otra mina… luego de invitar a nuestra querida protagonista a una noche de divertimento. ¿Alguien lo puede explicar coherentemente? Porque ya sabemos que las minas son forras por naturaleza… y ¿en este caso? ¿Qué calificativo le encaja a este mamerto? Indignémonos… y escrachemos...


Minujin, Marta


*dedicado a las publicidades de jabón en polvo, que nos hacen creer en la fantasía del mundo nuevamente.

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Fea la actitud

Para no perder la costumbre, en esta ocasión me voy a dedicar a contar un pequeña historia que recolecté el otro día de un muchachito, que pobre... no sabía con quien estaba hablando. Sin embargo, quiero advertir que dicha historia no es más que el punta pie para seguir y reforzar hoy más que nunca nuestra campaña "un Hueso para hacer cucharita en el invierno".

La historia trata de un barman altamente partible (es groso tener a un barman de Hueso, anoten, pero traten de que no sea tan gil) que un día entre botellas, trabajo y lujuria la vio. Ella bailaba al ritmo de la música y sedienta se acercó hasta el barman que hechizado no pudo más que caer en su telaraña.

El ingenuo barman de ser un rompecorazones pasó a ser un niño enamorado moviendose según los encantos de su amada. Así pasó el tiempo, un mes, dos meses... tres a duras penas y finalmente al cuarto mes ella le dijo "no siento lo mismo que sentía antes, es mejor que terminemos acá". Nuestro héroe quedó destrozado, desahuciado; era la primera que se enamoraba y así viene a terminar.

Ante tal rechazo él, desolado, le pide por favor que por un tiempo no se pareciera en su lugar de trabajo porque le iba a hacer mal verla. Por supuesto, ella, tan comprensiva, al fin de semana siguiente se aparece en el bar.

Quiero, aquí, en este preciso instante, alejarme del lugar de mujer que se me dio y tratar de explicar lo más humanamente posible este hecho: las mujeres son conchudas por naturaleza, no intenten entender, razonar o justificar cualquiera de estos actos. Las mujeres lo hacen y punto. ¿Qué está mal? Claro que si, pero lo hacen. Es como pedirle a un hombre que no quiera cogerse a su cuñada, está en su código genético, lo hacen.

Volvamos: pese a los pedidos de nuestro pobre barman la chica siguió yendo al bar, hasta que una buena noche, mirándolo a los ojos se apretó a un flaco que andaba por ahí. Mis queridos lectores... ¡la que se armó en el bar!... el pobre flaquito-perejil salió corriendo del bar al grito de "yo no sabía nada, yo no sabía nada" y la conchuchica fue escoltada por el hombre de seguridad hasta la salida. Es el día de hoy que sigue intentado entrar y es LA ÚNICA persona en el mundo que tiene prohibida la entrada en ese bar.

¿Qué aprendimos? Por un lado que las minas son conchudas. Por otro, sabé que si sos de esa calaña no te conviene levantarte al barman del bar/boliche que frecuentás. Aprendimos que los barman's (o barmen siguiendo la lógica del idioma) también tienen sentimientos y no son sólo una cara bonita. Aprendimos que los hombres siguen pecando de inocentes, algunos, no todos, muchos ya se avivaron para desgracia nuestra.

Moraleja: No se levanten a alguien que después te lo vas a cruzar inevitablemente, sean pillos/as y abran la cancha. El Hueso para hacer cucharita en el invierno tiene que aparecer sólo cuando se lo llama, no tiene porque caer en el medio de una noche entre amigos.


Les deseo suerte a todos en su búsqueda

Ha dicho, Regina Falange

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Radiografía del Buen Hueso

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1. ROSTRO A ELECCIÓN: Sobre gustos no hay nada escrito, dicen, así que no vamos a develar el rostro del buen hueso. El único parámetro que podemos darte es: el buen hueso no tiene facha ni levante. Y lo sabés, pero a vos te encanta. Está bien que sea un hueso, pero tampoco queremos que las minas estén todas con él. Después de todo, cierto orgullo nos queda, no?


2. MOCHILA: El buen hueso siempre carga una mochila al hombro, donde porta objetos tales como:
Preservativos (siete cajas)
Desodorante (el buen hueso siempre huele bien)
Pullover (para prestarte cuando estás desabrigada mientras él se re-caga de frío)

3. MÚSCULOS: El buen hueso tiene algo de músculo, lo suficiente como para sostenerte en la cama cuando hacen poses con nombres estrambóticos tales como “el ventilador”, “la araña”, “el moisés rotativo”, “la claraboya”, etc.

4. CÁMARA DE FOTOS: El buen hueso siempre tiene que tener un hobby pelotudo y que no joda a nadie, tal como la fotografía, de modo tal que no le consuma mucho tiempo pero que lo deje contento.

5. BOXER: Esta regla se repite en el pensamiento de muchas mujeres: el buen hueso JAMÁS puede usar slip.

6. BILLETERA: El buen hueso tiene una billetera digna, en la que nunca falta el mango para invitarte una cerveza y al telo. El buen hueso jamás pronunciaría un “vamo y vamo”, aunque, si lo hiciera, vos pagarías lo que fuera por pasar la noche con él.

7. LLAVES DEL AUTO: El buen hueso tiene auto, obvio, para pasarte a buscar cuando te llama un miércoles a las 3AM y no da que te tomes un bondi. Es un auto gauchito pero sin levante, como el dueño. El VW Gol gasolero y modelo 97 (el cuadradito) es el más buscado por los buenos huesos.

8. CELULAR: Lo importante de este objeto es que esté las 24hs del día encendido y disponible. El buen hueso JAMÁS DE LOS JAMASES alega haberse quedado sin crédito.

9. REMERA de JAMÓN DE MENTA: Su grupo preferido es la banda del barrio que fundó un amigo y que toca dos veces por año. El buen hueso no es fanático de ninguna banda, pero se prende en todas: si necesitás un acompañante, él se banca el recital de Kiss, Madonna, Los Piojos, Cerati o Piñón Fijo. Eso sí: no escucha Arjona ni ninguna de esas pelotudeces que le pueden llenar la cabeza con ideas raras y cliché como el romanticismo.

10. MUÑEQUERA NIKE: Es el único resabio de deporte que le queda. El buen hueso no te deja tirada los sábados por ir a la cancha a ver a “Defe”, ni juega los domingos al fulbo con los muchachos. No, no, no… el buen hueso sólo se mantiene en forma practicando natación los lunes a las 20hs. (el único momento de la semana en el que nadie va a necesitar un hueso)

11. CARGADOR DE CELULAR: Tampoco tiene como excusa quedarse sin batería. Al igual que el crédito, el cargador es fundamental para un buen hueso para estar disponible en todo momento.

12. LLAVES del DEPARTAMENTO: El buen hueso, el ideal, tiene departamento propio. Puede ser con amigos, puede ser con hermanos, puede ser con primos. Si vive con la familia, ni se le cruza por la cabeza la posibilidad de llevarte a la casa.

13. EL BUEN HUESO: Esta es la última condición y, lamentablemente para muchos, es cuestión de suerte. “La gracia de Dios”, como le llaman. Por más esfuerzo que hagan, si el buen hueso no tiene un buen hueso (y me refiero ahí abajo), difícilmente pueda figurar en nuestra lista de contactos del celular.

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Manjula
Post dedicado a Jamón de Menta, el agridulce del Rock ´n Roll.

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Y cada vez somos más!

¡Y me sumo a la campaña “Un hueso para hacer cucharita en el invierno”, nomás!

Si en el verano no estuvimos lo suficientemente avispadas como para ya ir amarrocando huesos para el crudo invierno, nos pasa que de pronto nos descubrimos como la pobre chicharra que cantaba y cantaba mientras las laboriosas hormiguitas hacían su trabajo de artesanas calladitas, calladitas… y… claramente sabemos quiénes salieron ganando…

Pero nunca es tarde, ya las lluvias empezaron, el frasquete por las noches se hace sentir más… y nosotras aún sin un huesardo que nos invite a “ver una peli” al hogar. Mal, mal, mal…
¿Qué nos pasó, gente, que no estuvimos atentos? ¿Acaso el olor a flores y los campos soleados te distrajeron de la tarea de recolección y caza? Muy probablemente… ¿Acaso no tuviste mejor idea que patear a tu hueso justo uno de los últimos días de calorcito y cuando llegaste a tu casa, viendo el almanaque, te diste cuenta del grave error cometido? Si no es así, le pega en el palo…

Pero bueno, en el invierno se han hecho grandes cosas, se declaró la Independecia en Argentina, nació Whitney Houston, el hombre llegó a la Luna (nuestro invierno… no tengamos en cuenta que era verano para los yankees imperialistas), un ingeniero con mucha lucidez mental diseñó el caloventor, y así me podría pasar toda la tarde… ¿Por qué nosotros deberíamos ser menos?

Es hora de juntar coraje, respirar hondo y ver la realidad: el hueso pateado ya está pateado, no hay vuelta atrás, admitámoslo. Pero aún nos queda mucha energía y siempre se aplica mejor bajo presión (nuestro rendimiento aumenta notablemente, por ahí porque también bajan las pretensiones, pero, ¡tratemos de que eso último no suceda! No olvidemos que queremos un Buen Hueso que nos abrigue por las noches, no un muñecote que nos haga acordar a un cobertor de abuela y que encima babea cuando duerme). Busquemos en todos y cada uno de los recovecos de nuestro pasado, como se incitaba y se explicaba en el post anterior.

Si queremos buscar uno nuevo, busquemos uno nuevo, ¡¡¡pero qué más da!!! El invierno dura solo tres meses y después de eso solo tenemos que decir: bueno, hasta la próxima temporada alta… o, si tenemos suerte en ese última inspección desesperada, continuar hasta la primavera y así sucesivamente.

Hay crisis de huesos, pero por suerte, sabemos que no son una especie que hiberne. Siempre están ahí, buscando, como nosotros. Somos iguales de huesos. ¡Qué encantador!

Minujin, Marta

*dedicado a los que han luchado día a día para que al fin se reconozca que el hombre nunca llegó a la Luna un 20 de julio de 1969...

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