Como ponerle los puntos a un hueso (y perderlo para siempre)


En estas últimas semanas, en atención a la dificultosa tarea de escribir el manual que les hacemos llegar mediante el blog, he estado más atenta que nunca. Jamás ha sido mi fuerte dar consejos en el amor; es más: la gente no suele acercarse a mí para contarme sus vivencias amorosas, ya que seguramente sospechan que no soy buena consejera. O quizás no soy una buena amiga (sin dudas lo hablaré con mi psicoanalista).
Estos días, empero, he descubierto algo que no había entendido en ventiún años de vida. Y lo hice en base a tres situaciones que pasaré a comentarles. Debo destacar, prima facie, que cambiaré los nombres de los protagonistas, sólo manteniendo sus iniciales, para no revelar sus identidades:

Situación Nro. 1: Me encontraba yo en la parada del colectivo, esperando al 92 para volver a casa luego de una larga jornada de trabajo-facultad y se me ocurre preguntarle a mi amiga Agustina cómo andaba la relación con su hueso Javier. (Hacía pocas semanas que habían comenzado a “huesear”, aunque se habían conocido unos años antes). Ella me comenta, entonces, que luego de haber desaparecido durante algunos largos días, Javier le mandó un mensaje de texto (por supuesto, un hueso nunca llama para decir estas cosas), diciendo algo así como “disculpá, estuve colgado, es que estoy en cualquiera y no quiero lastimarte”. Agustina, una mina fría y que sabe perfectamente lo que quiere, no perdió ni un minuto más: tomó el teléfono, marcó su número y le dijo: “Javier, vos no me lastimás porque yo no te quiero. Está todo bien”. BOMBA.
“¿Qué sucedió después?”, se preguntarán, queridas lectoras…quedaron en hablar, o mejor dicho, Javier prometió llamar para hablar de su situación, cosa que no sucedió jamás.
Ah, si se preguntan por el corazón de Agustina, no se preocupen: ella tachó su número y continuó adelante con su vida.

Situación Nro. 2: Mariela, compañera de la facultad y oriunda de Moreno, hacía ya siete meses que se encontraba de huesos con Máximo. Claro, ustedes dirán “siete meses ya no es un hueso…siete meses ya es un tiempo prudencial como para tomar una decisión crucial: marfil o gelatina” (APLAUSOS para esta metáfora de alto vuelo). Muy bien…para vuestra alegría, les diré que esa decisión fue tomada por Máximo: finalmente, después de siete meses, se pusieron de novios. ALEGRÍA ALEGRÍA. COSTA DE MARFIL. El problema fue que se olvidó de consultarle, o al menos comentarle acerca de esta situación a Mariela, su mismísima novia. ¿Cómo se enteró ella, entonces? Por Fotolog. Todos sus amigos comenzaron a llamar para felicitarla, ya que él no se cansaba de publicar por todos los flogs la buena nueva. A las pocas horas, ya todo Moreno estaba al tanto. Sí, la escena es bizarrísima, pero lo que viene es aún peor: Máximo desaparece unos días, Mariela lo llama pero él no atiende. A la semana, ella tiene suerte y consigue hablar con él, para decirle algo así como “Maxi, yo no te pedí ser tu novia…hacé lo que quieras, desaparecé, andate con otra, pero no me mees el territorio” (en alusión a las publicaciones que divulgaron por todo el pueblo el supuesto noviazgo).
¿Cómo terminó esta situación? Maxi deprimido, muy deprimido, desaparece para siempre (haciéndose la víctima).

Situación Nro. 3: Para hacerla corta (es una historia que en algún momento, ella misma se animará a contar), mi amiga Fernanda le dice a su Hueso, algo parecido a “ya vas a encontrar una chica que te quiera y de la que te enamores”. Conclusión: él “se siente desnudo” ante esa situación y se ofende, casi retirándole la palabra durante una semana.

Después de haber escuchado estas tres historias en el transcurso de menos de un mes, he llegado a comprender el sentido de la vida. BUENAS NOTICIAS: vengo a compartirla con Uds (y esto no es un vil engaño como el comercial de masoportunidades.com)
La teoría es la siguiente: Somos huesos para los hombres. Lo somos, realmente: lo demuestran día a día con sus actitudes. Ellos, no obstante, pecan de ingenuidad al creer que deshojamos margaritas pensando en ellos: “me quiere mucho, poquito, nada”, “¿cuándo me llamará?”, “¿será el amor de mi vida?”, “¿cómo se llamarán nuestros hijos?”…

NO, SEÑORES. Así como nosotros somos huesos para ustedes, ustedes son HUESOS para nosotras. BOMBA (para bailar, esto es una idem)

Una vez que le hacemos notar esta situación, la realidad los desborda y sienten que ya no pueden manejar la relación. Le hemos tocado el orgullo, “compañeras de género” (como diría Kristina); les hemos hecho notar que para nosotras son tan poca cosa, que apenas notaríamos su ausencia (dentro de pocos meses probablemente nos cueste recordar su nombre).
¿Cómo se lo explicarán a sus amigos?...Han pasado de ser un “guacho pistola” a “sólo una pistola”…y para colmo, ni siquiera podrían mantener una erección sabiendo que para nosotras también es sólo sexo. Esto es algo que ellos no pueden tolerar, se sienten humillados y necesitan alejarse. No sin antes hacer el papel de víctima, que siempre les sale tan, pero tan bien.

Así que ya saben, mis amigas, cómo deshacerse de un hueso que ya está tornándose de color amarillento: no lo sigan mordiendo, los huesos son difíciles de romper y seguramente ya tiene mal sabor. Elijan el método que más les guste: el de de Agustina, Mariela o Fernanda y comiencen desde jóvenes a PREVENIR LA OSTEOPOROSIS.
Manjula Nahasapeemapetilon
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Post dedicado a Woody Allen, que alguna vez dijera "La última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visité la estatua de la Libertad". TODOS DE PIE.

3 comentarios:

Buen Hueso dijo...

realmente sublime este post
no para de envidiar a esas mujeres que tiene la capacidad que mandarlos a la mierda tan tranquilamente
las felicito a ellas!
angie

Anónimo dijo...

manjula, sos lo más de lo más... me gusta tu verba, chica!!
son cosas que hay que denunciar
ya lo haré! denme tiempo que ya voy a puuuublicaaaarrr
y sin más palabras que decir que hay que bancarsela pa ser un Hueso! aguante el huesooo!!
admitámoslo y sonriamos al mundooo!

Anónimo dijo...

Gracias, Martita. No te apuramos. Sabemos que estas cosas deben digerirse y reflexionarse. Más adelante, recién, podrán ser contadas al mundo para advertir a los pobres huesos que no saben lo que son. Salú.

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