El lugar lo elijo yo
Hacia un tiempo que andaba soltera, que la relación con mi ex novio había terminado y yo volvía a las pistas en busca de un hueso. Un buen hueso. En una de esas salidas con amigas, en las que una se propone romper la noche y para eso acude a su mejor escote y su mini más corta, me encuentro casi de casualidad con un flaco con el que había cagado a mi novio 13 días después de iniciada esa relación (el “casi” se debe a que si bien no habíamos organizado el reencuentro, era altamente probable que sucediera puesto que el macho en cuestión era habitué del cheboli e incluso tarjeteaba – sisi, un goma, pero bueno, era lindo – ). Quiero aclarar que el cagar a mi novio fue un deslice, y que fue esa la única vez que vi y estuve con al que a partir de ahora pasaremos a llamar RRPP, como ERRONEAMENTE suelen llamarse a esos tarjeteros que jamás en sus vidas estudiaron o se interesaron en estudiar Relaciones Públicas.
Sorprendentemente, después de varios meses de no habernos visto, ni hablado, ni chateado, ni mensajeado ni NADA, RRPP al verme, me saluda (vale destacar que yo ya lo había visto y queriendo recordar lo que varios meses antes había pasado, le pasaba por al lado reiteradas veces para ver si picaba). Al saludarme nos quedamos charlando, yo no creía que se acordara de mi, el empezó a relatar cada cosa que habíamos hablado en su momento, en fin, no paró de sorprenderme. “GENIAL” pensé yo por mis adentros, “¡El hueso perfecto!, sin mayores esfuerzos encontré a alguien que parece vale la pena!”.
Después de darme algunos besos (que me recordaron que besaba mal –punto en contra–) me dijo algo como para irnos juntos, pero lamentablemente por problemas femeninos que sabrán entender (digo lamentablemente porque si bien besaba mal, la última relación carnal había sido con quien en su momento era mi novio, es decir, unos dos meses atrás). Esa noche finalmente, cada uno se fue a su casa.
Todo siguió por msn y mensajes de texto. Que si, que no, que si, que no. Un día después de una salida cada uno por su cuenta, me pasa a buscar por el boliche al cual yo había ido, con la promesa de una noche (o madrugada) “espectacular”, o al menos eso esperaba yo. PERO (porque como ha dicho Regina Falange, siempre hay un pero) no todo fue como yo imaginaba, o mejor dicho, NADA fue como yo imaginaba, ya que cuando llegamos al departamento que el primo que trabaja en una inmobiliaria tenía desocupado en alquiler, aunque no puedan creerlo nos recibieron dos viejos brasileros totalmente asustados pensando que entrábamos a robar, puteándonos en un idioma del cual poco entiendo y a los gritos. Evidentemente el primo había olvidado el insignificante detalle de que ya lo habían alquilado. Yo, que nunca fui muy amante de los telos, albergues transitorios, moteles, o como quieran llamarlos (porque siempre me parecieron sucios y asquerosos) hubiese preferido estar en uno, que en esa situación totalmente vergonzosa y por de más DESEXCITANTE.
Después de esa experiencia, queridos lectores, para aquellos que como yo le tienen asco a esos lugares de paso, les RECOMIENDO elegirlos, antes de meterse en cualquier lado donde no saben lo que los espera. Finalmente terminamos en lo del primo, yo, que no podía sacarme la imagen de los brasileros de la cabeza, poco disfruté (por no decir NADA), y ni siquiera tuve con quién hacer cucharita esa noche porque cuando él terminó de pasarla bien, se paró, se vistió y me dejó con un taxi amablemente en mi casa… camino a la suya. Del posible SOHUE en cuestión, que claramente no llegó a ser un buen hueso, no supe nunca mas nada. Pero hoy, puedo contar esta anécdota todos los días, que sin cansarme sigo patéticamente riéndome de mi misma! El próximo encuentro con un chico, el lugar lo elijo yo y obviamente… que lo pague él!
Saluda atentamente, Canoa Quemada.
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