Carta a un tachero

Disculpen si con este post hiero la susceptibilidad de algún taxista o a su hijo/a o a su nieto/a o a su mujer. Pero sepan entender que no es nada personal… mi padre está en el rubro del reparto de bebidas gaseosas y yo no me ofendo cada vez que alguien dice: “y vos… vos debés ser el hijo del sodero, je, je, je”.

Solo quiero dejar asentado de un modo concreto, escribir el firmamento con mi mensaje para todos los sres. tacheros de esta hermosa Buenos Aires. En realidad es más una pregunta que me formulo cuál filósofo griego en la antigüedad: ¿Por qué, señores, piensan que una chica que se sube a la madrugada a un taxi con la intención clara de volver a su hogar va a tener ganas de tener una aventura sexual con ustedes?

Por ahí creen fervientemente y le prenden velas al patrono que pasó a la popularidad con su frase célebre: “y… el NO ya lo tenés”. Y así, día a día, salen a la calle en su joya nunca taxi que deben lavar maniosamente todas las tardes en la vereda de su casa, esperando la noche para mandarse para adelante con la valentía de todo buen argentino.

Pero, en serio, insisto, señores: un señor taxista rozando los sesenta carece de todo atractivo para una chica de 22 un viernes a las cuatro de la madrugada. Es ley. No es que los rechacemos por su ideología que se encargan de demostrar fervorosamente con cada pasajero. No, no. Cada uno es libre de pensar lo que quiere. Por ahí es tan solo el hecho de que al subirnos solo vemos una nuca llena de arrugas, la pelada asomando y un medio perfil que deja mucho que desear. Y la frase: ¿Hasta donde vas? no es algo que específicamente despierte, para decirlo de algún modo, nuestro sex appeal. Y mucho menos que nos digan algo como: “Nena, una vez que se te presenta algo (lo decía por su propuesta que no fue del todo explícita, por suerte) y vos lo rechazás”. La verdad es que no nos halaga que piensen que coger en un taxi sea nuestra única posibilidad de tener algo más o menos excitante con un hombre. Además, con todo respeto, me lo pongo a pensar ahora, debe estar todo arrugado y gomoso ese miembro con tantas horas de manejo.

¿Por qué tienen la tendencia de hablar de sexo o tender a insinuar cosas de tal tinte? No me pasa a mi sola… Una vez viajando con unas amigas, el tachero (bastante joven que digamos) insistía en hacer permanente referencia a nuestra actividad sexual que íbamos a tener esa noche. ¿Un psíquico ante nosotros? No, no… de hecho, nos quemó bastante, se ve que nos tenía fe, o tenía la esperanza de que empezáramos la noche alocada con él.

Por eso, señores, traten de no proyectar en cada pasajero una fantasía sexual. Está muy bien y es sano que cada tanto aparezca un ser humano que tenga la bondad de sacarlos de su rutina. Pero no piensen que todo ser que necesita de un taxi, también necesita de un mantenimiento (uso un término que debe ser muy de tachero). Como le dije al sr. que tuvo la amabilidad de pensar en mi como posible espécimen para sus experimentos pajerísticos: “Señor, tampoco estoy taaaan desesperada, no estoy taaaaaan mal”.
¡Lo que es el pánico, por favor!

¿Hay alguien que sepa responder a mis interrogantes? ¿Hay alguien que pueda entender el perfil del tachero? ¿Qué los impulsa a pensar que todos queremos una “revolcadita” con alguien que escucha Radio 10 y quiere que todos los putos y los negros mueran? A mi, por lo menos, esta temática me excede. Y la próxima, estoy segura, que bajo cualquier aspecto, espero el bondi.

Minujín, Marta

*dedicado a todos los soderos del país que se hicieron la fama y se echaron a dormir.